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17 mujeres maltratadas viven escoltadas ante la amenaza de sus ex parejas
2009/11/26 14:08 | -k bidalia webmaster2 | Esteka iraunkorrak | Violencia de GéneroFuente: elcorreodigital.com
La Ertzaintza supervisa el trabajo de estos vigilantes, al igual que en los casos de amenazados por ETA
Las denuncias, las condenas y las órdenes de alejamiento no son siempre suficientes. Algunas mujeres víctimas de malos tratos se ven abocadas a vivir con un escolta como última medida de protección, por si su agresor se salta el resto de barreras legales. A día de hoy, 17 mujeres maltratadas llevan guardaespaldas en Euskadi ante la amenaza de su ex pareja. Y el recurso a esta medida excepcional dibuja una lamentable curva ascendente. Cuando la Ertzaintza, de forma pionera en España, empezó a tomar este tipo de medidas, tuvieron que ser escoltadas cuatro mujeres. Era 2004. Al año siguiente, ya eran 11; el 2006 terminó con 16 víctimas con guardaespaldas; en 2007 fueron 13 y el año pasado, 15. Una escalada preocupante, ya que denota un incremento de mujeres en grave amenaza.
¿Cómo y quién decide la necesidad de escolta? «La Ertzaintza utiliza un instrumento de medición del nivel de riesgo. Es la parte más objetiva de la valoración y se emplea junto a herramientas más subjetivas, como entrevistas con la víctima», explica Mariola Serrano, directora de Atención a Víctimas de Violencia de Género del Gobierno vasco. El sistema de medición fue diseñado a partir del análisis de más de un millar de casos reales y consta de 20 indicadores de riesgo, desde el tipo de violencia que ejerció el agresor, la relación existente entre la pareja, la vulnerabilidad de la víctima y el perfil del maltratador. Fue el departamento de Psicología de la Universidad del País Vasco quien colaboró con Interior en la elaboración de estas pautas, que se siguen en cada expediente abierto en comisaría por violencia doméstica.
Esos datos llegan a manos del juez encargado del caso. Él puede ordenar entonces las medidas de protección que considere oportunas, pero si no concreta las pautas preventivas a aplicar, es la Ertzaintza la que analiza el sistema más apropiado en función del grado de amenaza. Si el riesgo es máximo, optan por la escolta, «pero hay distintas medidas, que además se utilizan de forma combinada, desde la formación en autoprotección, llamadas telefónicas, medidas de contravigilancia policial y el teléfono 'bortxa'», enumera la directora de Atención a Víctimas. De hecho, además de las 17 mujeres escoltadas, entorno a 180 tienen un teléfono 'bortxa', línea directa con la Ertzaintza en caso de que el agresor se acerque a la víctima.
Las personas que ejercen las labores de escolta -mujeres, si las circunstancias lo permiten- proceden de empresas privadas de seguridad, pero su trabajo es supervisado por la Ertzaintza. Es el mismo protocolo que Interior aplica para la protección de personas amenazadas por la violencia terrorista. De hecho, cuando la última tregua de ETA hizo relajarse las medidas de protección personal, algunos escoltas pasaron a acompañar a mujeres maltratadas.
Formación específica
Aún así, unos y otros no son casos comparables desde el plano psicológico y por ello, estos guardaespaldas toman una formación específica dirigida a saber escuchar a las víctimas para descubrir sus miedos, conocer las características de distintos perfiles de maltratador, cuestiones jurídicas elementales en torno a la violencia machista o cómo coordinarse con los cuerpos policiales. Los guardaespaldas también aconsejan a las víctimas sobre cómo actuar en su ausencia. Según Mariola Serrano, este tipo de protección personal «es la máxima medida de seguridad que se puede dar a una mujer. Los supuestos en los que se utilizan son muy graves y, en esas circunstancias, es una medida muy positiva».
Todo esto, después de conocer que en los diez primeros meses de este año, el número de víctimas de violencia machista en Euskadi ha vuelto a crecer un 2% respecto al mismo periodo de 2008. Un total de 4.078 mujeres han sido agredidas hasta octubre, de las cuales 2.932 fueron atacadas por su pareja o ex pareja, 888 por hombres de su entorno familiar, mientras que 258 han sufrido delitos contra la libertad sexual. «Estos datos ponen encima de la mesa que estamos ante un grave problema social. Y además, hay que tener en cuenta que existe una violencia que no queda reflejada en las estadísticas, así que la realidad es bastante más escalofriante», apunta Mariola Serrano. Ahora su departamento se marca como objetivo «adaptar los recursos a las necesidades específicas de cada tipo de violencia, sea de pareja, intrafamiliar, por razón cultural o en el ámbito laboral».