La violencia de género no es consecuencia del alcohol, de la droga, la frustración ni la pobreza. Es sólo consecuencia de la desigualdad y nos pone ante los ojos que la igualdad efectiva, real, todavía no existe, pues las mujeres también consumimos alcohol y drogas, también estamos frustradas y somos pobres, pero no ejercemos sistemáticamente la violencia contra los hombres.

La violencia de género, y la desigualdad que la provoca, son, además, un desperdicio que la sociedad no se puede permitir.
Un empresario que sólo contrata hombres está desperdiciando el talento de la mitad de la ciudadanía.
Cuando las mujeres callan y sepultan bajo el silencio la realidad de su situación, se echa a perder su voz, su vivencia, su verdad.
Y 110 mujeres asesinadas en 2006 en España son un evidente desperdicio de vidas humanas, una siembra de dolor y un atentado contra la libertad del ser humano.

Por eso nos juntamos aquí todos los meses. Para que se oiga nuestra voz, para decir que no queremos más muertes y, en esta ocasión, también para desearos a todos y a todas que en el año nuevo seáis libres y felices.