Portuigualdad - Igualdad de Oportunidades entre mujeres y hombres de Portugalete

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Fuente: Gessamí Forner (deia.com)

Cuatro hombres, dos generaciones y un mismo problema. Aitor Ocio, Enrique Villarreal, Iñaki Perurena y Aitzol Zubizarreta desgranan en este reportaje cómo perciben la desigualdad entre géneros y qué futuro le espera a la violencia machista.

cuando tenía 10 años, mi padre me regaló una pelota de cuero. ¡Una pelota de cuero! Era un chavalico y fui a la plaza a jugar con ella, pero allí había chicos de 14 y 15 años que me dijeron trae la pelota que vamos a probarla. La cogieron y me quedé en una esquinita medio llorando porque no me atrevía a cogerla. Me quedé allí, esperando, hasta que ellos se hartaron de jugar. Con esta anécdota quiero transmitir que el machismo no solamente se queda en lo femenino y en lo masculino, sino que es una escalera en la que el de arriba intenta aplastar al que está en el peldaño de abajo". Quizá por este motivo, Iñaki Perurena no entiende sus relaciones ni la educación de sus hijos (una chica de 26 años y dos chicos de 24 y 21) basadas en las diferencias entre sexos, sino en el respeto hacia el otro.

Perurena utiliza las metáforas para expresarse: "La desigualdad es una grieta que viene de muy lejos, que está muy abierta y que hay que cerrarla". Y que se traduce en muchos ámbitos, "en muchos errores", matiza: "Hacemos muchas cosas como si fueran ley de vida sin darnos cuenta de que debemos recapacitar". Perurena, junto con Aitor Ocio, Enrique Villarreal y Aitzol Zubizarreta, protagoniza la campaña de Emakunde y Eudel contra la violencia machista.

En casa del levantador de piedras, es su esposa quien le invita a la reflexión. "A veces me dice que crió a nuestros hijos como si fuera una viuda". Al menos, durante los fines de semana. "Los domingos cogía mi furgón y mis piedras y acudía donde me llamaban para actuar. Salía antes de que los niños se levantaran y volvía de noche todavía sin haberme quitado la faja. Las carreteras de entonces no eran como las de ahora, y necesitaba dos o tres horas para regresar a casa", recuerda. Viven en un caserío en Leitza y mientras la mujer se ocupaba de la crianza de los hijos y de los menesteres de la casa, él aprovechaba sus aptitudes físicas para traer dinero, realizar las tareas domésticas más pesadas y ocuparse de los animales. Pero jamás lo han vivido como un reparto sexista, sino adecuado a las circunstancias y "que hemos sabido aceptar". Lo importante, recuerda Perurena, es que "una persona no sea un cara dura, que llevar una casa es una tarea y las tareas hay que compartirlas".

Construir una relación de pareja desde la igualdad y el diálogo no es una aspiración de hoy en día. "Veo a parejas de ancianos que transmiten una sensación de serenidad, de llevar una vida en común y de intentar hacer las cosas entre los dos de la que muchas parejas de jóvenes están todavía a años luz. El futuro a veces asusta, pero soy optimista. No me queda más remedio que pensar que la desigualdad se deshará con el tiempo, porque si no nos iremos todos al agujero".

Por muy grandes que sean las piedras que levanta, Perurena no es un hombre rudo. Si le preguntas sobre la relación de los hombres de su generación (tiene 52 años) y la inteligencia emocional, él responde con otra metáfora: "Antes, por San Miguel todos decíamos hace frío. Claro, nos acercamos al invierno. Ahora un día sale el hombre del tiempo en el televisor y dice (pone voz grave): Se acerca un frente polar que nos cubrirá de nieve en la cota 500 con unas temperaturas mínimas bajo cero. ¡Parece que viene a saber qué! Sin darse cuenta, un levantador de piedras utiliza las leyes de la palanca y tiene conocimientos sobre el centro de gravedad, sin saber qué quiere decir esa palabra ni conocer las leyes de la Física".

aitor ocio

"Me han educado en la cooperación"

Aitor Ocio pertenece a otra generación. Tiene 32 años y desde que era pequeño ha mamado en casa la "cooperación", por lo que llevarla a su propio hogar, que comparte con la modelo Laura Sánchez y su hija de dos años, no le resulta un problema. "Ni limpiar ni criar. Es lo que he vivido y esto no es una pose. Mi mujer pasa mucho tiempo fuera de casa y cada baño y cada comida con mi hija son minutos que disfruto con mucha alegría".

¿Pero no tienen una persona que les ayuda con las tareas domésticas? "Claro, pero cuando ella no está somos nosotros los que nos arremangamos. Y a partes iguales, como debe ser". Ahora bien, la asistenta se encarga de las tareas domésticas; de la niña, sus padres, remarca.

Sobre la violencia machista, atribuye sus causas "a la educación recibida, a las frustraciones personales, a las vivencias de la infancia y a una irracionalidad que no llego a entender". "No entiendo la violencia y mucho menos aquella que se produce entre personas en una situación de desigualdad física", argumenta el jugador del Athletic de Bilbao, quien sabe que sólo quien tiene los gemelos fuertes puede resistir las patadas que a veces se reciben en el campo de juego.

Quizá por ello, consciente de su fuerza física, Ocio no tendría inconvenientes en intervenir si fuera testimonio de un episodio de violencia machista. "Habría que ver la situación concreta, porque hemos visto consecuencias muy desagradables para el mediador, pero creo que sí que actuaría", responde tras reflexionar, posiblemente, sobre el profesor Jesús Neira, que en agosto acabó en la UCI por salir en defensa de una mujer agredida.

enrique villarreal, 'el drogas'

"La educación es la principal raíz del machismo"

Tiene 49 años y una larga melena que doma con pañuelos. Se le conoce por el apodo de ElDrogas y es el cantante de Barricada. Pero el mundo intelectual, reconoce Enrique Villareal, "tampoco se libra" de la desigualdad entre hombres y mujeres. Con pareja y dos hijos ya crecidos (la chica tiene 12 años, el chico 22), cruza los dedos con temor y se pregunta: "¿Habré sido capaz de educarles bien?". "La educación es la principal raíz del machismo", asegura.

"El segundo componente es la falta de empatía que tienen tantos hombres", indica. "Para un hombre la vida es más fácil y cómoda. Hasta que se le complica y, debido a los valores que le han inculcado, no sabe ponerse en el lugar del otro. Que se den cuenta de cuando han cruzado la raya es complicado, porque actúan poco a poco e inconscientemente", indica sobre la violencia machista. La situación acaba por minar a las víctimas, a quienes "debemos seguir apoyando para que denuncien", sin olvidar tampoco que "debemos seguir exigiendo a las instituciones y organismos un mayor seguimiento de las mujeres agredidas, con más pisos, con más ayuda y con más protección, porque recoger una denuncia en el juzgado no es suficiente". Y con su capacidad de empatizar, también encuentra un hueco en su reflexión para los hombres que maltratan: "Violación, castración. ¿Y ya está? Hay que reeducar, atenderles a ellos también".

Por suerte, Villarreal nunca ha tenido que enfrentarse cara a cara con un agresor. Pero si se diera el caso, "no me gustaría intervenir sólo con la fuerza física para salvaguardar la integridad física de la mujer, como si fuera un Superman, sino que me gustaría hablarle, hacerle entrar en razón".

La primera vez que percibió la desigualdad entre hombres y mujeres fue cuando su cuadrilla pasó de ser masculina a mixta. "Quedábamos en un local para cenar y siempre cocinaban ellas, nosotros poníamos la mesa". Un recuerdo culinario todavía más antiguo proviene de su adolescencia: "Para cenar me hacía una tortilla, no llegaba a más, y para comer era mi hermana quien se lo curraba". En casa, recuerda, eran las hijas quienes aprendían a cocinar.

Y esas diferencias las arrastra todavía hoy. "Es mi pareja quien se ha ocupado del día a día de la casa y de los hijos. Siempre me he interesado por su educación, pero al final ha sido ella la que ha asistido a casi todas las reuniones de la ikastola, la que más ha limpiado y la que más ha cocinado". Y no sólo eso, Villarreal también es capaz de reconocer que la desigualdad empieza con pequeños usos del vocabulario, "cuando se te escapa un ¿te ayudo a limpiar? No se trata de ayudar a tu pareja, la casa es de los dos, como la responsabilidad".

aitzol zubizarreta

"La clave está en los hombres, las mujeres están sensibilizadas"

El periodista y presentador de El Punto (ETB) Aitzol Zubizarreta cree que la llave para acabar con la violencia machista la tienen los hombres. "La clave está en que nos sensibilicemos, porque las mujeres ya lo están, ellas sufren esa violencia". Aunque reconoce que "todavía quedan muchas cosas por mejorar", percibe un gran cambio. "Basta con mirar los actos de protesta frente a un asesinato. Hace diez años sólo había mujeres, ahora, poco a poco, vemos cómo los hombres se van incorporando. El cambio se nota, se percibe la sensación de que así no podemos seguir", asegura.

Como periodista, siempre tiene una pregunta para hacer reflexionar a la audiencia: "Si con un atentado terrorista nos llevamos las manos a la cabeza, evidentemente, y se llena la calle Autonomía de Bilbao, ¿no debería ocurrir lo mismo con el asesinato de un hombre a una mujer? Esa muerte no ha sido un accidente, sino un acto premeditado contra una persona que ha sufrido un episodio largo o corto de terror, terror promovido, en este caso, por su propia pareja".

Pero, ante todo, Aitzol Zubizarreta es optimista. Nunca pierde de vista cómo eran las relaciones afectivas y domésticas en la generación de sus padres y de sus abuelos, por lo que no duda en afirmar que "han experimentado un cambio muy grande en los últimos 40 años". "Antes también había violencia machista, la diferencia es que no nos enterábamos porque se quedaba en el ámbito familiar. Hasta los hermanos de la mujer agredida le decían calla, no digas nada, es tu marido. En cambio ahora, se nos ponen los pelos de punta con las noticias sobre violencia machista".

Sobre el futuro, "nos asusta ver que un chaval de 25 años ha pegado a su pareja, alucinamos con la noticia y ese sentimiento de aversión es bueno, tenemos que hablar sobre ello, pero creo que el problema no es que las generaciones venideras estén poco sensibilizadas, sino una cuestión de cifras. De entre mil parejas, una oveja descarriada. Antes pensaba que el machismo se basaba en una cuestión de educación y cultura, pero no sé... Creo que hay un porcentaje de personas que, por alguna razón que no llego a comprender, son más proclives a la violencia. Necesitaría saber si se trata de una cuestión médica, porque el sentido común no me alcanza para comprender toda la naturaleza de esos actos", sostiene Zubizarreta con impotencia.
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