Esta reunión se debe a que hay unas 222 millones de mujeres y adolescentes en países en desarrollo que quieren retrasar, espaciar o evitar un embarazo y no puede utilizar métodos anticonceptivos efectivos. Un hecho que se traduce en más de 80 millones de embarazos no deseados al año y supone un elevado riesgo de muerte o discapacidad

durante el embarazo y el parto, especialmente en lugares donde no se dispone de una asistencia de calidad.

   La convocatoria de la Cumbre, organizada por el Gobierno británico y la Fundación Gates, llama la atención sobre el lento avance de la planificación familiar en el mundo, ya que entre 2008 y 2012 tan sólo

cuatro millones de mujeres adicionales pasaron a tener acceso y, en los 69 países más pobres el número de mujeres con las necesidades insatisfechas pasó de 153 a 162 millones.

   "Teniendo en cuenta el potencial de la planificación familiar en la mejora de la salud y la emancipación de la mujer, la no inversión en un método de salud pública tan económico es tirar el dinero", ha asegurado el presidente de la Federación de Planificación Familiar Estatal, Luis Enrique Sánchez Acero.

   Y es que, la obtención de estos fondos podría reducir en dos tercios el número de embarazos no deseados, evitar 26 millones de abortos, 7 millones menos de embarazos malogrados, un millón de defunciones de menores de cinco años y 100.000 muertes de mujeres.

   "Si se universalizase la planificación familiar el mundo se ahorraría 9,19 millones de euros y, aunque los números nos den la razón, finalmente es una cuestión de derechos humanos ya que ninguno de nosotros hubiéramos podido controlar mínimamente nuestra vida, trabajo, o estudios si no

hubiéramos sido capaces de decidir cuándo y cómo tener hijos", ha aseverado Sánchez Acero.

EL ABORTO, EL GRAN AUSENTE DE LA CUMBRE

   Una de las mayores consecuencias de la falta de planificación familiar y educación en anticoncepción es la alta prevalencia de los abortos inducidos que, en muchas regiones en desarrollo, se practican en condiciones insalubres y se carece de asistencia sanitaria para los problemas derivados de esa situación.

   Según el instituto Guttermarcher y la Organización Mundial de la Salud, la mitad de los 44 millones de abortos inducidos que se practican al año se hace en condiciones inseguras, acabando con la vida de 26.000 mujeres sólo en África.

   "En países desarrollados se practican continuamente interrupciones voluntarias del embarazo y no hay muertes derivadas de ello. El error de las mujeres africanas no es practicarse un aborto, sino que es hacerlo allí donde la pobreza determina el derecho a la salud", ha comentado el especialista en Salud pública Sánchez Acero.

   Sin embargo, a pesar del peso que el aborto tiene sobre la mortalidad materna y su relación con la ausencia de planificación familiar, la necesidad de llegar a acuerdos con el Vaticano y otras organizaciones religiosas ha llevado a que se obvie de la agenda, quedado no cubierta una de las principales causas de mortalidad femenina.